¿Existen Apóstoles hoy? – Parte 4: ¿Cuáles son los requisitos para ser apóstol y cuáles son las características de un verdadero apóstol?

¿Cuáles son los requisitos para ser apóstol y cuáles son las características de un verdadero apóstol?

En la primera parte de esta serie “¿Existen apóstoles hoy?” vimos a los doce apóstoles del Cordero, a Matías como reemplazo de Judas Iscariote, y que al final de los tiempos siguen siendo 12 los “apóstoles del Cordero”. En la segunda parte vimos que aparte de este grupo de los doce hubo otros apóstoles que podemos agrupar por generaciones y como “apóstoles de la Circuncisión” y “apóstoles de la Incircuncisión”. En la tercera parte estudiamos a Apolos y concluimos que él no fue un apóstol. En esta cuarta parte veremos los requisitos para ser un apóstol, los requisitos para ser parte de los Doce Apóstoles del Cordero y las características (marcas) de un verdadero apóstol.

Requisitos para ser apóstol (1 Cor.9.1-7)

¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. Contra los que me acusan, esta es mi defensa: ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O solo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? (1 Cor.9.1-7)

Pablo escribió dos cartas a la iglesia que estaba en Corinto, entre otras cosas, para exhortarlos porque había falsos apóstoles que se beneficiaban económicamente de ellos, mientras que Pablo no recibía ese aporte (2 Corintios 11.1-9,12-15,18-21; 1 Cor. 9.3-18); por esta razón, Pablo quiso demostrar que él era un verdadero apóstol y, por lo tanto, tenía derecho a participar de los beneficios económicos (1 Cor.9.12), aun cuando les había presentado el Evangelio gratuitamente (1 Cor. 9.18; 2 Cor. 11.7), al haber trabajado con sus propias manos (1 Cor. 4.12; Hechos 20.34-35) y habiendo recibido ofrendas de otras iglesias (2 Corintios 11.8-9).

Pablo mencionó dos aspectos en 1 Cor. 9.1 cuando quiso defender su apostolado (al decir “¿No soy apóstol?”), y por ende, su derecho y el de su compañero apóstol Bernabé a beneficiarse económicamente de la iglesia en Corinto (al decir “¿No soy libre?”); aquí Pablo está refiriéndose a la libertad de comer y beber (dando continuidad a la “libertad” mencionada en el capítulo anterior en 8.9), tener compañía y vivir de las ofrendas de la iglesia (v.3-7,19). Los dos aspectos que menciona Pablo son:

1) “¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?”; refiriéndose a que él, como los demás apóstoles y los Doce (1 Cor.15.5-8), había visto a Jesús resucitado; y,

2) “¿No sois vosotros mi obra en el Señor?”; refiriéndose al trabajo realizado en los Corintios (1 Cor. 4.15; 2 Cor.11.7-9; Hechos 13.46; 14.12; Rom.15.20; 1 Pe.5.2-3); a esto también hace referencia al decir “¿Quién planta viña y no come de su fruto?” (refiriéndose a la predicación, esto es, a poner el fundamento) y “¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?” (refiriéndose al pastoreo).

Por lo tanto, si tomamos estos dos aspectos mencionados por Pablo en su defensa como requisitos para ser un verdadero apóstol, tenemos que un apóstol 1) debía ser testigo ocular de la resurrección de Cristo, y 2) debía predicar el Evangelio. Esto está en armonía con 1 Cor.15 en donde vemos los mismos dos aspectos en los vv. 5-9 (ver a Jesús resucitado) y los vv. 10-11 (trabajar, predicar y la audiencia cree).

Un apóstol 1) debía ser testigo ocular de la resurrección de Cristo, y 2) debía predicar el Evangelio

Entonces, principalmente un apóstol debía ser testigo ocular de la resurrección de Cristo (Hechos 1.21-22; Jn. 20.19-21; Lc. 24.47-48; Hechos 26.16) y predicar el Evangelio de Cristo; vale aclarar que es un solo Evangelio o el Evangelio de Cristo (Gal.1.11,6-7,8-9) y unasola doctrina o ladoctrina de los Apóstoles (Hechos 2.42; 1 Tim.6.1,3). Al Jesús aparecer resucitado a todos estos apóstoles, ellos podían ser testigos de su resurrección; y al haber sido enseñados por Jesús mismo (ya sea durante su ministerio o resucitado durante los 40 días antes de la ascensión o por revelación de Jesucristo como en el caso de Pablo), ellos podían enseñar y sentar la doctrina cristiana que se plasmó en el Nuevo Testamento.

Vale la pena aclarar además que, el hecho de haber visto a Jesús resucitado no convertía a alguien en apóstol, tal como lo vemos en 1 Cor.15.6 en donde se hace la distinción entre “apóstoles” y “hermanos”, siendo este último título el que encontramos en referencia a los compañeros que Pablo incluye en la salutación de Gálatas 1.1-2, o a Sóstenes en la salutación de 1 Cor.1.1, y similares.

«Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.» (Hechos 2.42)

“Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), 2 y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia” (Gálatas 1.1-2) 

Requisitos para ser parte del grupo de los doce apóstoles del Cordero 

Además de los requisitos que nos da el apóstol Pablo, tenemos los requisitos que menciona el apóstol Pedro para reemplazar a Judas Iscariote y completar el grupo de los “doce apóstoles del Cordero” (“Los Doce”, según Hechos 6.2, 1.26; 1 Cor.15.5; Ap.21.14).

21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles. (Hechos 1.21-26)

En este pasaje de Hechos 1.21-26 Pedro no está mencionando los requisitos para ser apóstol, sino los requisitos para reemplazar a Judas Iscariote y completar el número de los doce apóstoles del Cordero. Estos requisitos incluían haber estado junto con los apóstoles “todo el tiempo” durante el ministerio de Jesús, desde el bautismo de Juan El Bautista hasta la ascensión con el fin de poder ser testigos de su resurrección (Pablo no cumplía este requisito, como ya vimos en la Parte 1 de esta Serie: Los doce apóstoles del Cordero). Notemos además que estos aspirantes a la vacante que dejó Judas debían haber estado “hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba”, es decir, hasta la ascensión, y como ya vimos, no solo los once estaban allí ese día de la ascensión (Lc. 24.33,34,36,47,48,50-53) ni el día en que Jesús se presentó vivo estando las puertas cerradas (Lc. 24.33; Jn. 20.19-21). Además de haber estado junto con los apóstoles todo el tiempo durante el ministerio de Jesús, Pedro menciona como requisito para ser parte de los doce el ser “testigo… de su resurrección”, es decir, haber visto a Jesús resucitado con el propósito de testificar a otros de su resurrección.

Es claro entonces que tanto Pablo como Pedro, mencionan que un apóstol debía haber visto a Jesús resucitado y ser testigo de su resurrección; en otras palabras, un apóstol debía predicar el Evangelio (buenas noticias) de que Cristo es el Mesías y que se levantó de entre los muertos, de lo cual ellos eran testigos oculares.

Un apóstol debía haber visto a Jesús resucitado y ser testigo de su resurrección

Características de un apóstol o marcas de un verdadero apóstol

9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. 10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. 11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. 12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos. 14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. (1 Cor. 4.9-14).

Cuando leemos lo que Pablo dice en La Escritura acerca de las características de un apóstol, nos damos cuenta de que difiere mucho de las características de los autodenominados apóstoles de nuestros tiempos. En el v.9 leemos que los apóstoles eran como postreros, es decir, como los últimos o menos importantes (cf. Mt.20.26), como sentenciados a muerte, así como aquellos que iban al círculo romano para morir despedazados por las fieras como parte de un espectáculo. En el v.10 vemos que por amor a Cristo los apóstoles, en actitud humilde, se han hecho imprudentes (necios, tontos, insensatos), débiles y despreciados. En el v.11 vemos la carencia de alimento, bebida, vestido y techo, además del sufrimiento físico infringido por otros (abofeteados). El v.12 dice que los apóstoles trabajan con sus propias manos, bendicen a quienes los maldicen, y soportan la persecución. Y en el v.13 vemos que los apóstoles ante las injurias responden con bondad o tratan de reconciliarse con sus injuriadores; y además, que han llegado a ser desechados por todos.

Definitivamente, esto difiere mucho de los autoproclamados apóstoles que vemos hoy en día, quienes llenos de arrogancia se creen superiores a los demás ministros y creyentes (v.9-10); hablan mayormente de prosperidad económica (v.11); hablan de pactos pero no se ve que trabajen con sus propias manos o quieran ayudar a otros, se pasan profiriendo palabras de maldición contra aquellos que ponen al descubierto sus herejías e incluso se han escuchado rumores de amenazas de muerte por parte de estos falsos apóstoles (v.12-13); y en lugar de ser desechados, son aclamados por muchos seguidores e incluso ellos mismos buscan ser reconocidos.

En conclusión, al analizar en Las Escrituras que los requisitos para ser apóstol es haber visto a Jesús resucitado y ser testigo de su resurrección, es obvio que ninguna persona que haya vivido después del siglo primero cumple con estos requisitos, y por tanto, no puede haber más apóstoles el día hoy; como se explicó anteriormente, Pablo fue el último a quien Jesús se apareció resucitado y, por ende, es él el último apóstol. Sumado a esto, vemos que las características o marcas de un verdadero apóstol que nos brindan Las Escrituras no son evidentes en aquellos que hoy en día se autoproclaman apóstoles.

Escrito por: J.H.Ulloa. Licenciado en Humanidades y Lengua Extranjera. Autor del libro P3RC3PC10N3S, Poemas y Alegorías. Especialista en Comercio Internacional. Magíster en Comercio Internacional (Summa Cum Laude). Master of Business Administration.

Crédito imagen: Vigo Bosco