Qué hacer cuando un hijo se declara homosexual o gay según la Biblia

Mi hijo dice que es gay y no sabemos qué hacer

El caso de un hijo homosexual en una familia de creyentes es más común de lo que quisiéramos creer, y no quiero decir con esto que se tenga que aceptar este comportamiento, sino saber que no son los únicos padres que están afrontando esta situación.

Libre albedrío y paciencia de Dios

La tristeza que siente un padre o madre por su hijo en esta situación es la misma que Dios siente por nosotros cuando le fallamos o estamos lejos de él; no obstante, cada uno de nosotros tiene libre albedrío y la elección de tomar el camino de la santidad o el camino del mundo, el camino angosto o el ancho, el camino que lleva a la bendición o el que lleva a la maldición. En este respecto, la Escritura afirma que:

«Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones… Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te ordeno hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán…» (Deuteronomio 28.1,2,15).

Y también:

«Me dijo Jehová en días del rey Josías: «¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Se ha ido a todo monte alto y bajo todo árbol frondoso, y allí ha fornicado. Y dije: “Después de hacer todo esto, se volverá a mí”, ¡pero no se volvió!…» (Jeremías 3.6-7).

Y en el Nuevo Testamento:

«El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.» (2 Pedro 3.9)

Teniendo en cuenta todo lo anterior, sabemos que como padres (lo mismo que Dios) no podemos obligar a nuestros hijos a actuar conforme a las Escrituras, sino que debemos guiarlos desde pequeños en el conocimiento de Dios. Sin embargo, es claro que, aunque los padres hayan sido diligentes en instruir a sus hijos desde pequeños con la lectura diaria de las Escrituras, la oración y su propio ejemplo (buen testimonio), aun así, muchos serán rebeldes a la Palabra de Dios por decisión propia. Por lo tanto, debemos tener claro, por una parte, que tanto las decisiones diarias como la salvación son personales, y por otra parte, que Dios está esperando que cada ser humano se vuelva a él en arrepentimiento.

¿Qué deberían hacer los padres en esta situación de acuerdo con Las Escrituras?

Aparte de lo mencionado anteriormente en cuanto a la libertad de elección y la paciencia de Dios, la Escritura nos da unos consejos y unas promesas.

Crianza según Las Escrituras

En primer lugar, la Biblia aconseja:

«Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor.» (Efesios 6.4). 

Ya sea que los hijos vivan en la casa con sus padres o se hayan ido a vivir aparte, lo menos que ellos quieren es escuchar las recriminaciones por su comportamiento. Si viven en la casa, los padres deben poner reglas claras y hacer que se cumplan, y cambiar el «sermón» (recriminación) por la exhortación con amor, sin dejar de lado su firmeza en el cumplimiento de los horarios de llegada, ingreso de extraños en la casa, comportamiento según la moral cristiana, excesos en el alcohol, etc.

Amor

Otro consejo a tener en cuenta es lo referente al amor. Debemos tener claro que es el amor el que nos lleva a velar por el bienestar de otros (y más el de los hijos), mostrando un interés genuino en ellos, pero de nuevo, entendiendo que por más que queramos el bienestar de los demás, son ellos mismos los que toman sus propias decisiones. Es mediante el amor no fingido que lograremos que muchos estén ligados a nosotros por un lazo fraternal que permitirá que los consejos sean mejor recibidos. La Biblia afirma que:

«Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. («que es el vínculo de la unidad» dice la versión LBLA)» (Colosenses 3.14).

Y también:

«9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.» (Romanos 12. 9-13)

Creo que este pasaje de Romanos 12. 9-13 nos da mucha luz acerca de lo que debemos hacer como cristianos con el fin de mantener la unidad, y aplicándolo a este caso de los hijos rebeldes, el consejo sería tener la disposición para tenerlos cerca y así poder escucharlos y ayudarlos cuando sea necesario, mostrando un amor genuino por ellos, a la vez que mantenemos nuestra firmeza en cuanto al rechazo de aquellas actitudes que a Dios no le agradan (tal como Dios ama a la persona, pero aborrece el pecado), y no dejando de orar por ellos.

Oración e intercesión

A propósito, la Escritura también nos aconseja orar. En el pueblo cristiano evangélico hay un dicho: «No le hable más a esa persona del Señor, sino que háblele al Señor acerca de esa persona». Esto quiere decir que hay un momento en que ya no debemos predicarle al que queremos evangelizar, sino más bien interceder a Dios por él para que sea Dios mismo quien tenga misericordia y lo guarde del mal, y que sea el Espíritu de Dios quien lo convenza y lo lleve a los pies de Cristo (según Juan 16.8 es el Espíritu Santo quien convence al inconverso). 

Es importante anotar en este sentido, que la intercesión de una madre o padre por su hijo es un arma poderosa, ya que son los padres quienes están en una posición de autoridad frente a los hijos; al interceder, Dios obra a favor de la persona por quien se ora, teniendo misericordia, pero a la vez permitiendo que las situaciones adversas vividas como consecuencia del pecado sean el impulsor que lleven a la persona a recapacitar acerca de su mal comportamiento (tal como sucedió con el hijo pródigo de Lucas 15.11-24). 

De hecho, hay un momento de hastío del pecado, cuando se toca fondo y se haya luz en medio de las tinieblas para levantar la cabeza y buscar al Dios vivo con el fin de hallar la plenitud que todos queremos encontrar, pero que definitivamente no se halla en el pecado (lejos de Dios en desobediencia), sino en Cristo (unidos a Dios por medio de Su Espíritu Santo).  En otras palabras, cuando el ser humano busca su propia satisfacción en la forma de placer, felicidad, autorrealización, éxito y frases similares, y no lo encuentra, sino que por el contrario se siente desdichado y miserable (aunque aparentemente esté feliz en su pecado), es allí cuando deberá reconocer que, como dijo Blaise Pascal, «En el corazón de todo hombre existe un vacío que tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa creada. Él puede ser llenado únicamente por Dios, hecho conocido mediante Cristo Jesús.»

Y en cuanto a la búsqueda de Dios, la guía que los padres necesitan en este tipo de situaciones se halla precisamente en la presencia de Dios, en ese lugar secreto en donde le presentamos a Dios nuestras quejas, lágrimas y frustración por no saber qué hacer; es allí donde guardamos silencio para que Dios nos hable audiblemente, en nuestro pensamiento, en visión o a través de La Escritura, y encontrar así la luz en medio de las tinieblas, tal como lo expresó Job:

«13 Si tú dispusieres tu corazón,

Y extendieres a él tus manos;

14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti,

Y no consintieres que more en tu casa la injusticia,

15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha,

Y serás fuerte, y nada temerás;

16 Y olvidarás tu miseria,

O te acordarás de ella como de aguas que pasaron.

17 La vida te será más clara que el mediodía;

Aunque oscureciere, será como la mañana.

18 Tendrás confianza, porque hay esperanza;

Mirarás alrededor, y dormirás seguro.

19 Te acostarás, y no habrá quien te espante;

Y muchos suplicarán tu favor.
20 Pero los ojos de los malos se consumirán,

Y no tendrán refugio;

Y su esperanza será dar su último suspiro.« (Job 11-13-20)

Creer las promesas de Dios

Por otra parte, además de poner en práctica estos y otros consejos que nos da La Escritura, también debemos creer sus promesas. Una de las promesas más conocidas en este aspecto es:

«Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.» (Hechos 16.31).  

En ocasiones se ha ignorado el principio del libre albedrío y se ha llegado a afirmar que, si una persona cree, entonces por extensión toda su familia será salva independientemente de si reconocen a Jesús como su Señor y Salvador personal. Sin embargo, según el contexto de este pasaje que es la conversión del carcelero, lo que esta promesa nos recuerda es que la predicación del evangelio es para toda criatura (Marcos 16.15) y que todo aquel que crea será salvo (Romanos 10.13-15; Juan 3.15).  Cuando una persona cree en el evangelio, ella empezará a predicar en su casa (con la Biblia y con su ejemplo), y así, al estar expuestos a la predicación del evangelio de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y que mediante su sacrificio en la cruz podremos ser salvos de la condenación eterna y llevar una vida recta delante de Dios, muchos oirán las palabras de la Escritura, creerán, serán salvos y se alegrarán por haberse reconciliado con Dios (tal como sucedió con el carcelero y su familia en Hechos 16.25-34).

Otra de las promesas que nos da La Escritura es:

«Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.» (Romanos 8.28).

Y lejos de ser una frase de cajón que nos lleve a resignarnos ante la calamidad y caer en la pasividad, lo que esta promesa nos recuerda es que, como hijos de Dios estamos en proceso de aprendizaje y cada situación adversa nos lleva a ganar experiencia y ser más sabios al llevarnos a pensar cómo resolver cada problema. Quizá el hecho de que un hijo se haya ido de casa haya sido la oportunidad para que los padres se fortalezcan como pareja, sean más fervientes en la oración, quieran escudriñar más Las Escrituras en busca de dirección y sabiduría, y si tienen más hijos, no cometer quizá los mismos errores en cuanto a la crianza se refiere. Todo, tanto lo bueno como las situaciones adversas, es parte del plan de Dios para llevarnos a la perfección, y en este caso, a cumplir Su Propósito en los padres, y también, en su hijo.

A manera de conclusión, lo que los padres deberían hacer en esta situación en donde un hijo declara ser homosexual, es ante todo, descansar en el Señor porque «Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46.1), recordar que es Jesús quien nos dice «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11.28), y poner en práctica el consejo del Apóstol Pablo cuando dijo «No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.» (Filipenses 4.6-7 DHH). En este orden de ideas, es Dios mismo (y solo Él) quien les puede brindar a los padres en oración la guía para actuar sabiamente. Además, es necesario confiar en el Señor en que, tarde o temprano, mediante la exposición a la predicación del evangelio y las situaciones adversas vividas a causa de la desobediencia, el hijo perdido haciendo uso de su libre albedrío recapacitará de su comportamiento y se volverá a Dios. Adicionalmente, como padres deberían estar dispuestos a fortalecer los lazos de fraternidad padres-hijo, con el fin de brindar a su hijo la ayuda oportuna que facilite una conversión genuina.

De corazón esperamos que este artículo sea de ayuda para usted padre o madre que está en esta situación, y deseamos que todo termine en el cumplimiento del propósito de Dios en su familia, y en que se haga Su Santa Voluntad que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12.2).

Lecturas adicionales:

8 Consejos para Ser Libre de la Atadura de la Homosexualidad según la Biblia

Escrito por: J.H.Ulloa. Licenciado en Humanidades y Lengua Extranjera. Autor del libro P3RC3PC10N3S, Poemas y Alegorías. Especialista en Comercio Internacional. Magíster en Comercio Internacional (Summa Cum Laude). Master of Business Administration.

Crédito imagen: Noticias Canal 10